Lluvia
I
Llegaste de manera inesperada pero oportuna,
junto con las primeras lluvias.
Quizá fue mi inexperiencia empírica
en este fenómeno natural
o mi necesidad de encontrarle una explicación
a tu llegada, como sea,
estaba convencida de que te quedarías conmigo
(por lo menos) junto con la época de lluvias.
De cualquier manera, la experiencia amorosa
me aconsejó tratarte como a las primeras lluvias,
con algo de incredulidad,
porque no podía estar segura por cuánto tiempo llegabas.
II
Tenía miedo de que desaparecieras,
así como ocurre con esas lluvias adelantadas,
que no anuncian el inicio de una larga temporada mojada,
sino mas bien te toman desprevenido.
Pero como seguía empeñada
en correlacionarte con las lluvias,
no sabía qué creer.
Ahora que ha pasado el tiempo,
me alegra que sigas aquí
aunque las lluvias que te acompañaron hayan cesado.
Por eso, ya no me preocupa
por cuanto tiempo te quedes,
prefiero ocuparme en disfrutar
del tiempo que decidas compartir conmigo.
III
Ya te has ido.
Ahora paso mis días y noches
escuchando toda esa ferocidad de truenos y viento,
característicos de la lluvia
que realmente perdura por una temporada.
¿A dónde se fueron las promesas
de permanecer abrazados,
protegiéndonos el uno al otro,
resguardados de la lluvia?
Lo siento, fue mi culpa por mostrarme insegura
al mojarme un poco,
por no haber expresado
lo importante que era para mi esta lluvia.
También me declaro culpable por convencerte de quedarte
un poco más (cuando debías irte)
pese a las dificultades,
creyendo que de lo contrario parecería una derrota.
Creo que tu destino era pasajero en mi vida
pero yo, tercamente,
quise forzarte a ser parte de la época lluviosa
sin querer aceptar que tú pertenecías
a las alborotadas lluvias atemporales
que antes que cualquier cosa, son libres.
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De: Rox Macram
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